Ella había salido temprano, tenía varios trámites para hacer, y si bien sabía que se podría haber quedado un par más de horas durmiendo, prefirió saltar de la cama como si los resortes ya no quisieran sostenerla...
Se lavó la cara, cepilló sus dientes, y se miró en el espejo abriendo grandes los ojos y haciendo una mueca extraña con la boca. Intentaba sacarse la cara de dormida... sin mucho éxito realmente...
Pasó por el comedor, agarró una manzana del canasto, sacó las llaves del cajón, y mientras cerraba la puerta, le dio un mordisco a la fruta.
Bajó los seis pisos por la escalera.
El ascensor andaba perfectamente, pero ese día particularmente, tenía ganas de bajar por sus propios medios.
En realidad, ella no quería reconocerlo, pero las últimas veces que había viajado en ascensor, se había acordado de la película "Los 5000 dedos del Dr. T", en donde hay una escena en la cual hay unas mazmorras, y un ascensorista vestido de verdugo va contando las espantosas situaciones de cada planta subterránea a medida que el ascensor baja...
Cuando llegó a la intersección entre el primer piso y la planta baja, se detuvo un segundo a mirar la baranda. Casi podía verse sentándose sobre ella de costado, y deslizándose hasta el final de la escalera... se sonrió de imaginarlo, pero no se animó a hacerlo.
Una vez en la calle, inspiró profundo, el viento venía fuerte y tibio, y le pegó un poco en la cara, mientras trataba de acostumbrarse.
Caminó por la avenida, y dobló en la tercer esquina. Hizo poco mas de media cuadra y se metió en un edificio alto. Allí terminó los trámites que tenía para hacer esa mañana, y cuando salió sentía que se había sacado un peso de encima.
Miro a ambos lados de la calle, y decidió caminar sin rumbo, a ver en donde terminaba...